“¿ Es esto lo que quiero hacer el resto de mi vida?”, me
preguntaba hace una semana, cuando
redactaba el noticiero del mediodía para cierto medio de comunicación. Mi
sorpresa fue escuchar una vocecita que me dijo “no”. Y no es que deteste mi
profesión como periodista. La gente que me conoce sabe que es una pasión que
respiro a diario. Pero...
No me sentía cómoda con lo que estaba haciendo para ese
medio de comunicación ni con la gente a mí
alrededor. Creo que soy una persona que piensa que el ambiente laboral es muy
importante a la hora de desarrollar tu trabajo. Si no me dan espacio para
desarrollarme, si me invaden o si quieren llevársela de “graciositos” conmigo,
por como soy o lo que pienso, inmediatamente digo: “no, gracias”.
En ese lugar, llegaron a decirme varias veces que “mi
trabajo era una mierda”. En otras ocasiones, hicieron bromas pesadas conmigo,
tipo “mobbing” y los comentarios misóginos en ese lugar. De verdad, qué
asco. Recuerdo que expresé mi
inconformidad con mi jefe pero, al parecer, les seguía el juego a esas
personas.
También, no tenía un contrato fijo de trabajo, no tenía
seguro social y llegaba a las 9 de la mañana, salía a las 8 de la noche. No
pago de horas extras ni turnos y el “bullying”
laboral.
Así que decidí renunciar porque los ambientes “tóxicos” no
me permiten desarrollar mi trabajo como deseo. Además, en vez de convertirse en
un placer o en un aprendizaje constructivo, se transforma en una tortura
psicológica que te bloquea constantemente.
Las empresas no me
despiden, yo renuncio porque estoy consciente de que como persona y como
profesional, yo tengo dignidad. Es cierto que todos estamos necesitados de
trabajo, sobretodo en este país de mierda, pero
recuerdo que una vez dije: “Si la clase trabajadora se valorara así
misma en este país, no existirían empresas explotadoras y estafadoras”.
Sin embargo, las empresas sigue “contratando” a personas con
un salario miserable por grandes obligaciones. Mientras tanto, yo sigo
preparándome en mi inglés para conseguir en un trabajo en call center. Ahora,
mi mente y mi corazón tienen otros sueños más profundos, muy lejos de
permanecer sentada, escribiendo el discurso para una presentadora de noticias.
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