Salú, abuelo!

viernes, 1 de abril de 2016
Marzo será un mes inolvidable y no solo porque fui al concierto de Iron Maiden. Dos días después del magnánimo evento y del cual les comenté en mi post anterior, encontré a mi abuelo convulsionando en un sillón en horas de la madrugada, cuando regresaba de mi trabajo.

Los vecinos ayudaron a pedir una ambulancia porque yo me paralicé del shock: no sabía que hacer ni que decir, solo les dije:"Por favor, ayúdenme. Necesito una ambulancia".Creo que cualquier persona reaccionaría de la misma manera o peor. Pasé en el hospital toda esa noche invadida por la ansiedad: mi cuerpo temblaba como si fuera gelatina y caminaba de un lado a otro en los pasillos de hospital, esperando una respuesta de los doctores.

A las cinco de la mañana, un médico me informó que mi abuelo estaba en estado muy grave y que tendría que ingresarlo. Su diagnóstico era incierto: nadie sabía la causa que le provocó esa reacción en su cuerpo. Decidí firmar la documentación para el ingreso. Vi que le colocaron un ventilador artificial y supe que no regresaría con vida de ese lugar. Sabía que moriría. La pesadilla de hace un año y ocho meses se repitiría: perdería al hombre que fue mi padre por más de 20 años. 

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Los siguientes días fueron duros: salir de casa temprano para viajar al hospital y después ir al trabajo, salir a la medianoche, dormir y volver a comenzar. Todo el mundo me preguntaba cómo me encontraba, el teléfono no paraba de sonar. Me sentía agobiada. Incluso, tuve la idea de renunciar de mis labores porque no me encontraba bien para atender a los clientes y estar preocupada por mi abuelo y mi futuro.

El agobio llegó a su punto cumbre ese sábado 12 de marzo. Al parecer, ese día  todo jugaba en mi contra: nadie de la familia quería quedarse conmigo en esos días en mi casa, mi taxista de confianza no podía llevarme a ver a mi abuelo porque tenía otro viaje, mis padres me presionaban para que renunciara a mi trabajo, no sabía dónde o con quién dejar a mi perro porque él sufría demasiados ataques de ansiedad por la soledad. 

Recuerdo que llamé a uno de mis mejores amigos y entre el llanto le solicité que por favor me llevara a ver a mi abuelo. Necesitaba verlo aunque sabía que no estaría estable y que lo encontraría con el respirador y con demasiados cables en su cuerpo. 

A los 20 minutos, recibí una llamada del hospital para informarme que  mi abuelo había fallecido y que era necesario que yo fuera a reconocerle y a realizar todos los trámites correspondientes. Llamé a mi amigo, quien ya venía en camino y que estaba atrapado en el tráfico de San Salvador, para informarle que mi abuelo ya se encontraba en la presencia de Dios y que finalmente, se había reunido con su esposa.

Mi amigo se ofreció a llevarme al hospital, a la funeraria, cuidar a mi perro, llevarme a la floristería, etc, mientras yo estaba invadida por la ira por mi familia y la tristeza.

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El día del entierro fue un día espantoso para mí: regresar a casa y escuchar el silencio. En ese momento, cuando miras la ropa de esa persona que tu conociste y que nunca volverás a verle físicamente.

Recordar que ese día martes 8 de marzo, tu abuelo te dijo que a qué horas regresarías a casa y que esperaría por tí. Ese sentimiento de dolor y que sientes que se te desgarrra el alma. He visto sufrir y he enterrado a mis abuelos.

Es duro asimilar la muerte y saber que ahora en adelante, debes aprender a vivir sola con todas las responsabilidades que conlleva: pagar recibos, trabajar, mantener la casa limpia, comprar comida, entre otros.

En los siguientes días, mi casa era un caos total: mi amigo vino a ayudarme a botar muebles y a mover cosas pesadas de un lado hacía otro. Además,que tengo pánico de caer en depresión o en un estado migrañoso que me invada por días.

Me enoja que la gente sea estúpida y me diga; "oh, ud es bien fuerte". Vamos, nadie está preparado para la muerte. Todos sabemos que vamos para ese camino pero nadie puede asimilar que tarde o temprano se irán o te quedarás con ese sentimiento de vacío por siempre. 

2 comentarios:

  1. No tenía ni idea Viviana, lo lamento mucho.

    Sé lo que se siente, mis abuelos ya fallecieron todos. De ellos conocí a tres. Mi abuela materna murió cuando era muy pequeña para recordarla. Mi abuelo paterno se fue de forma abrupta cuando tenía 15 y mi abuela materna padeció con un cáncer el 2012. La muerte te pilla desprevenida. En un momento estás hablando con ellos, haciendo planes y al siguiente tienes que asumir que no estarán más. Me costó mucho asimilar la muerte de mis abuelos paternos... supongo que asumes que siempre estarán ahí, que nada los puede derribar, pero son tan frágiles...

    Sé que debes tener montones de recuerdos bellos con él. Aferrate a eso y te dará fuerza para seguir adelante. No sé qué creencia religiosa tienes, pero sea cual sea, no dudes que siempre estará a tu lado.

    Te mando un abrazo.

  1. Gracias por tu comentario, Connie.
    Creeme que estoy en ese proceso de asimilación. Creeme que duele saber que no están con ellos y que solo recuerdas! Ellos fueron mis padres. Yo vine a su casa cuando tenía 5 años.Ellos me educaron en casa. Gracias a Dios, yo pude agradecerles en vida lo que ambos hicieron por mi vida. Todo lo que soy fue gracias a ellos y a Dios que los mantuvo con vida,una buena parte de mi
    vida.

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